Résumé
CELIA Deja ese llanto, Violante, y mira que no es razón quitársele al corazón para dársele al semblante. No te convenza el dolor, y guarda en estos desvelos el sentir para los celos, pero no para el amor. Mira que es acción errada poner a riesgo tu vida; ¿Qué has de hacer aborrecida si estás llorando adorada?
VIOLANTE Aunque tu celo procura atajarme esta pasión, tienen muy antigua unión la desdicha y la hermosura. Mas sólo porque no ignores lo que en mi dolor previenes, yo estoy deseando desdenes como otras damas favores. Nadie me ve, oh Celia bella, que en mi fuego no se apura, o ya lo haga mi hermosura o lo disponga mi estrella. De cuatro a un tiempo querida y de uno solo pagada, traigo la pasión turbada y temerosa la vida. Difícil asalto emprenden al muro del corazón; oye, y te diré quién son los cuatro que me pretenden. El Rey mi favor desea con más cauteloso ardor, y a su batalla de amor es mi recato trinchea. Carlos, su hermano, el Infante, es a quien adoro yo, no sólo obligada, no, sino rendida y amante, roca a la fuerza del hado, pues óyeme lo que digo: Carlos tiene un grande amigo y el Rey tiene mi gran privado. El privado, poco atento a las órdenes del Rey, hace de su afecto ley y amor de su pensamiento, como inadvertido ignora que el Rey me adora y estima, y el Rey su esperanza anima y el vasallo su amor llora; y sin ser comunicado entre los dos este amor, ni es el vasallo traidor ni el Rey tampoco injuriado. Pues el Infante en rigor, Carlos, que es mi amante digo, aun a su mayor amigo no le ha contado su amor. Y el amigo, como ignora a quien adora el Infante firme, obligado y amante me pretende y enamora. Y así, en competencia tal, aspirando a mis favores, siendo a sus dueños traidores no hay ninguno desleal.